ESCOMBROS DE UNA GEOMETRÍA por J.C. ROMERO




Rectas, planos, diagonales, espacios…sombras y abismos. Estas podrían ser las cualidades de un largo registro de imágenes que se van sucediendo en las distintas expresiones que María de la Vega encara. Sin embargo, en su obra el espectador no se va a encontrar con las formas que acostumbramos ver en las vanguardias geométricas de los albores del siglo pasado o como las que no ofrecieron Vasarely y otros artistas que posteriormente elaboraron propuestas cinéticas. Y  si bien podría parecer que María está en la misma cuerda de estas expresiones, puede observarse que su trabajo tiene un plus que lleva al espectador a imaginar un recorrido espacial nunca visto.
Esta nueva serie de Paisajes Internos: “Escombros de una geometría”  nos lleva a percibir algo más que escombros; rozando una realidad otra en sus perspectivas imposibles y estructuras diagonales, conduciéndonos a través  de líneas y colores hacia profundidades que ahogan y alienan.
La presencia del color en sus obras es fundamental, y para eso vamos a dejar que el pintor venezolano Carlos Cruz Diez nos confirme que no hay colores feos ni bellos, todos son colores. El color es afectivo, lujurioso, lúdico y situacional. Son estos mismos colores los que entran y salen en toda la obra como en un escenario de huecos y gruesas paredes, atravesadas por palabras que hacen más ambigua la lectura. Serán paisajes oníricos, o proyectos de instalaciones como las que inventó El Lissitzsky con sus Proun en 1923? Tal vez sean solamente formas simples que han decidido navegar por el cuadro arbitrariamente en medio de un supuesto caos formal. Una de las cuestiones a las que nos podemos ver  enfrentados ante estos trabajos  podrá ser la de afirmar que las formas siempre están controladas o bien siguen su propia lógica hasta dispararse y chocar con otras de signo contrario. Estas formas, cualquiera sea el caso, a las que de la Vega elige dar vida en medio del vacío, llevan al espectador a hacerse preguntas acerca del silencio. Una vida que responde al poder de transportar a quienes la miran a lugares mágicos, donde no existe el mundo saturado y contaminado de imágenes residuales.
Silencio, vacío, profundidad, estas también son cualidades perdurables que emergen en los trabajos de María de la Vega.